PIEDRA EN RAMA
Donde otros pisan ebriedades, forma buscan
mis variadas concreciones y hallan sombras
con que fijan la luz y nombres que me dicen.
No piedra sólo: rubí, granate, diamante,
granito o serpentina o pórfido o zafiro,
desde el agua hasta el fuego, y más: humanos huesos
que a pasiones y sueños y ciencia sonoro
cuenco donde se alojan son o leve cauce
a más sombra y más luz, y siempre dibujadas.
Para dejarse ver los altos aires buscan
mis múltiples concreciones y elevadas sombras
que, linderos de la luz, me nombran: soy ramo
frondoso y pámpano retorcido que ofrece
la posible ebriedad que pisarán los hombres,
un día a mis umbrías acogidos, otro
día feroces podadores porque brasa
me quieren u ornamento de sus frentes
cubiertas de mi gloria y siempre dibujadas.
Yo, que os dibujo, puedo confundiros, puedo
lignito hacer del pámpano, ofrecer soporte
al aire que se quiere pájaro o mirada
en las aglomeradas calizas que el agua
transporta a nueva luz entre las húmedas sombras.
Y soy el cuenco de la ebriedad, la gozosa
linfa que os hace ser y que al ser os trasciende,
piedra o rama con pájaros y flores y alta
concreción de mi sueño, y siempre dibujadas.
Fuimos sin ti, sin ti seremos. Dibujadas
por ti, nos somos más, pues que tu mano logra
del tiempo arrebatarnos, echarnos al viento
como un vino que otro comensal en su crátera
recogerá: copa de naranjo o de jade
o limpio vidrio jugarán a sombra o luces
con el vino de tu sudor y de la aurora.
Pero yo no puedo ser sin vosotras, piedras,
ramas, que mis manos con ojos siempre buscan.
Antonio Carvajal
Motril, 17 de enero de 2014